¡Hola! Puedes hacer un poco de mi negocio aquí, si quieres….
Iré directamente al grano: siempre me ha gustado escribir. Desde muy pequeña ya garabateaba por todas partes, y mi madre me enseñó a leer y escribir mucho antes de ir a la escuela. Empecé con poemas, luego algunos relatos cortos e incluso novelas. De adolescente llenaba montones de páginas, escribiendo sobre todo lo que me podía pasar: olfateaba la vida, la gente, los colores, intentando plasmarlos en papel en cuanto podía.
Volviendo a aquel 1979 entre pupitres de primaria, una nueva pasión se había apoderado de mí con una furia inconquistable. La monja nos preguntó: “¿quién quiere hacer teatro?”.
Ni siquiera había terminado la frase de que mi mano ya estaba en el cielo. Así fue como conocí al hombre rudo y gruñón con un corazón de oro que respondía al nombre de Mario Forella. Su pasión y dedicación habían contagiado de inmediato mi alma ansiosa. Y en el Rapallo de aquellos años, era realmente todo lo que se podía desear. Estuve con él diez años, después emprendí todo un camino, que me llevó desde mi diploma en Cinecittá hasta la aventura con el Teatro Govi, interrumpida sólo porque me trasladé a Gran Bretaña.
Treinta años de teatro pero con el trasfondo de la escritura.
Así que aquí estoy, reinventándome como novelista, ¿y por qué, se preguntarán?
Porque en mi situación actual es lo único que me queda. Los que me conocen bien saben que ésta es la respuesta. Al no ser hablante nativo de inglés, sería una tontería siquiera pensar en hacer teatro aquí.
Espero que viajen conmigo al mundo de mis historias, que siempre hablarán de las pasiones y los amores de mi vida.